¡Ayuda! ¡Socorro! Escucho cuando termino de cocinarme la cena. Otra vez no.
Le pongo la correa a mi perro “Negro”, un dogo muy bien entrenado que me hace compañía durante las noches que tengo que patrullar y salgo para encontrarme con una situación parecida a la de la semana pasada. Un cuerpo ensangrentado todavía pudiendo respirar en el medio de la calle. Mientras llamo a la ambulancia voy corriendo a verificar el estado de la persona, que con muy pocos pulsos de vida y un balbuceo apenas entendible me pudo describir al monstruo que le hizo esto.
Las personas no tardaron en salir, cada una más confundida que la otra porque sacando de lado estos dos últimos hechos, jamás habíamos tenido inseguridad en el barrio. Nos rogaron y suplicaron a mí y a mis colegas que encontremos al culpable de estas atrocidades. Haremos lo mejor que podamos.
Nos asignaron el caso y empezamos la búsqueda, lo único que tenemos es la descripción de una de las víctimas, porque la otra lamentablemente no lo pudo lograr. Javier, Manuel y Josefina están en mi equipo y viven en zonas cercanas, en cualquier momento podría ocurrir lo mismo por esos lados. Hay que apurarse.
Tomé la declaración de la víctima, Tomás de 20 años y estatura de 1,94, quien me pudo dar detalles muy útiles para empezar a armar el rompecabezas. Una de las particularidades distintivas que tenía el atacante era su estatura, en sus palabras “un enano de pacotilla” y en parte la víctima estaba decepcionada porque sus clases de taekuondo no le dieron resultado. Aunque el ataque fue de noche, se hizo debajo de un poste de luz, por lo que también alcanzó a ver su pelo, un castaño profundo y llevaba colgando un bolso verde que, sin juzgar, no parecía de su propiedad al tener pines de princesas a su alrededor.
Uní mi información con la de mis compañeros, que pudieron encontrar una cámara que da a esa zona desde muy lejos. Estamos muy perdidos.
Necesitamos encontrar el arma atacante, según por los estudios podía ser un cuchillo de cocina, que la víctima al contraer tétanos da un indicio que posiblemente esté herrumbrado.
Como no avanzábamos en esta parte del caso me puse a investigar la otra parte de la historia, ¿por qué precisamente el victimario atacó a estas dos personas? Tenía un presentimiento que no fue casualidad. Tomás Zárate vive con su mamá desde siempre, su padre nunca se hizo cargo y nunca esperaron que lo hiciera. La primera víctima del ataque se llamaba Milagros Sánchez y lo que me pareció novedoso es que ella también vivía sola con su mamá. Cuando entrevisté a ambas madres coincidieron en las descripciones del supuesto padre de ambos. Ya teníamos un sospechoso.
El nombre de Simón Acosta comenzó a circular en todo el barrio, pero nadie lo conocía dejando de lado a estas dos madres.
Caminando por los mercados me detengo en una verdulería porque planeaba hacer una tarta de almuerzo. En la fila me encuentro con una niña y sus padres que parece que tenían la misma idea. Pongo el foco en el bolso de la muchachita sin tener los lentes puestos y me pareció muy similar al descripto por Tomás. Cuando el padre se da cuenta de mi tiempo observando el bolso, apura a la familia para terminar de comprar, aunque lo que parecía la mamá le tomó por sorpresa porque le faltaban verduras por agregar. Actué de la manera más normal que pude y cuando pasó un tiempo desde que se fueron los empecé a seguir, fue fácil porque al parecer caminaron hasta allí. Me anoté su dirección y cuando pude reunir al equipo los fuimos a visitar.
Con la mayor calma posible tocamos la puerta, nos atendió la madre y le pedimos hablar con la niña. Ella defendió su bolso a toda cosa, el problema apareció cuando vino el padre. No era enano, tenía el pelo castaño. Apenas nos vio corrió a lo que parecía ser el sótano de la casa, corrimos todos detrás de él y la situación se puso muy violenta. El sótano no era para nada amplio, pero lo último que escuché fue un ¡cuidado! por parte de Javier y lo próximo que vi fueron luces de hospital. Por lo que me contaron el hombre empezó a revolear cosas y eso hizo que tire un espejo roto encima de mí. Manuel también la ligó al caerse un reloj de pie encima de él, pero por suerte tuvo daños menores.
Simón Acosta acabó preso y se dieron muchas explicaciones. Se hacía llamar Adrián Sosa, su pasado no fue solo dejar a tres mujeres embarazadas, tenía gran problemas con la droga y la violencia. Creyó que se había curado por internarse, pero no fue así. Su idea cuando salió fue deshacerse de cada uno de los hijos bastardos para poder formar una nueva familia desde cero y poder ser finalmente feliz.
Charlando con Negro me pregunto qué tan mal están las personas de este mundo y nos juramos compañerismo eterno. “Hoy no es siempre” le dije con un tono expectante de que las cosas cambien, mientras obviamente cenamos una riquísima tarta de atún con muchos nutrientes.