Microcuentos

 

¿Qué hubiera sido?

 Amaría poder volver el tiempo atrás. Avisarme los hechos que ocurrieron para disfrutar de su compañía un rato más. Si no hubiéramos tomado ese camino por el bosque no habríamos encontrado esa fosa tan gentilmente hermosa que parecía de ensueño o por lo menos que a mí sola me hubiera parecido pasmosa, así mi hermano no se habría acercado y la caída podría ser de un tropezón con una piedra en el patio de casa. Me reconforto pensando en el qué hubiera sido, hasta que vuelvo a mi realidad y veo que es inexistente. Pasó otra cosa, mi hermano no está y el qué hubiera sido se esfuma cada vez más.


Salvados por la negligencia.

 ¿Salir? ¡Qué buena idea! Voy por mi abrigo. Dar paseos en familia es una de mis actividades favoritas en este mundo. Con mis padres y mi hermano nos subimos al auto sin ningún rumbo; hasta que menciono con un tono expectante: ¡exploremos el bosque! A lo que todos acceden entusiasmados. Mi papá me pide que configure el GPS para llegar a destino ya que no era conveniente de conocer, pedido al que accedo y cuando bajo mi mano al bolsillo de mi campera siento vacío, busco en el otro bolsillo y tampoco, en las de mi pantalón, compartimentos del auto, asiento, nada. Mi mamá dejó cargando el suyo, mi papá se lo olvidó y al estar completamente incomunicados cambiamos el rumbo por seguridad.

 Volviendo del paseo en el auto estando adormecida, me alerto al brillo de lo que puedo reconocer como una pantalla. Era mi hermano, quien estaba jugando su juego móvil del cual estaba castigado en mi celular, mientras se percata que lo descubro haciendo un gesto de silencio con su pícara perfecta sonrisa. 


Alivio de mudanza

 Nuevo departamento, nueva vista, nueva vida. Pensar que me afligí por no haber logrado esto antes. Para festejar el acontecimiento me preparé el mejor baño de inmersión que pude imaginar, sales, pétalos de flores, chocolates y vino.

 Me delató el cansancio al apoyar mi espalda contra el respaldo de la bañera.  Mis ojos eran dos nubes que conectaban con el cemento del resto de mi cuerpo. No habrá pasado un cuarto de hora que me encontraba entregada a disposición del sueño, lo que hace desesperarme cuando me despierto y me encuentro con mi fisonomía completa debajo del agua, boca arriba, sin poder salir. La llave del agua seguía abierta y no paraba de proporcionar agua. El vino tinto tiñó el líquido que me cubría, los chocolates cayeron a mi lado y mi cabeza seguía en el mismo lugar. Aceptando mi destino me entrego nuevamente a disposición del sueño eterno, cuando el agua se empieza a desbordar, la canilla se cierra y de alguna manera que no puedo explicar la cañería se chupa el agua de tal manera que me deja marcado el filtro en la pierna. Luego del susto, pienso que me bañaré exclusivamente en la ducha.

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