Querido Perón:
La torre me ha enseñado a valorar mi paz y tranquilidad,
y mi participación en la jornada sería como intentar poner un caballo en un
estanque de patos: podría generar más revuelo que armonía. Mi cabello no
serviría para armonizar el ambiente ya que ha crecido y si las personas lo
pisan todo el tiempo aquí, no me quiero imaginar frente a ese número.
La construcción de puentes para que pueda
movilizarme no me parece una buena idea, ¿Qué tal si solo me envía la ubicación
y un par de zapatos cómodos?
De igual manera le deseo mucho éxito con la
suerte que no hayan muchos enredos.
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